viernes, 20 de noviembre de 2009

Un día de lluvia

Un día de esos que no apetece ir a ningún sitio. Un día húmedo, gris, frío.... ¿triste? Bueno, sé que para una gran parte de la humanidad (al menos para esa parte que vive en Cádiz), lo es. Para mí, que me he criado en ese tipo de días (y peores) no lo es. Es más, creo que los días grises, fríos y lluviosos tienen un encanto especial. Eso es lo que me he propuesto demostrarle a tod@s aquell@s que piensan que si no sale el sol es porque no vale la pena salir de casa.

El otro día amaneció un día de esos que amenazan lluvia en Cádiz. Como buen gallego, cogí la cámara y me largué a sacar fotos. En la primera foto del reportaje, podeis ver una pequeña lagunita que se forma en una salina del Parque Natural de la Bahía de Cádiz (en Barrio Jarana, para los lugareños). No usé trípode ni nada, eso sí, está corregida con CS3, y como curiosidad, tuve que borrar una nube de mosquitos que salía en medio y medio de la foto. Volviendo al tema, ¿no es cierto que viendo una imagen así os dan ganas de caminar y ver en vivo esos colores tan vivos? jeje.

Los días grises y nublados tienen una gran ventaja a la hora de ver paisajes, y es que los colores se saturan tanto que las cosas más simples impresionan. Además, siempre se cuelan pequeños rayos de sol entre las nubes que hacen que hasta los paisajes más monótonos cobren una vida especial. Como yo ese día estaba un poco aburrido de fotografiar siempre los mismos paisajes, pues decidí hacerlo sólo usando los reflejos en la superficie de las lagunas que hay en las salinas. La foto anterior y la siguiente, son dos muestras.

Otra gran ventaja de decidirse a salir a pasear un día de lluvia, es que normalmente, la mayor parte de la gente se queda en casa, así que uno puede disfrutar del silencio y de la paz en lugares en los que normalmente no se puede. Además, como hace frío los animales y las aves suelen estar más tranquilos de lo normal. Descansando, o buscando comida de una forma más tranquila. Como, además, la gente se queda en casa, son menos huidizos, lo que facilita el poder hacercarse y sacarles fotos. A mí me pasó con este grupo de flamencos jovencitos, que compartían zona de descanso con unos cormoranes.


Y ya por último, si uno se acerca a alguna zona de humedales, es posible encontrarse pequeños animales, como anfíbios o insectos, que gracias también al ambiente frío, se dejan ver y casi tocar. Yo, esa mañana, me acerqué a una pequeña lagunita que hay cerca de mi casa, y tuve la gran suerte de toparme con esta pequeña ranita. Pude retratarla en dos poses, que os dejo para que veais las maravillas que nos perdemos cuando nos quedamos en casa porque llueve.



En fin, que ya veis que no sólo se puede disfrutar de un día de lluvia quedándose tirado en el sofá de casa, bien abrigado, y viendo una peli. En plena naturaleza hay verdaderas maravillas que son incluso más fáciles de ver en un día así que uno soleado. Eso sí, yo ese día, al volver, lo primero que hice fue darme una ducha bien caliente y tomarme una buena taza de té. Espero que os guste esta entrada.

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lunes, 2 de noviembre de 2009

Las cosas pequeñitas del bosque en otoño

Esta misma mañana recibí un mensaje de Esmeralda (http://naturalezayfotografia-esmeralda.blogspot.com/) invitándome a dar una vuelta por la Dehesa de las Yeguas, en las afueras de Puerto Real. El lugar es un pinar que hay muy cerca del centro urbano de Puerto Real, y que tiene un área recreativa en la que se pueden hacer barbacoas. El día fue festivo en Andalucía, y la mañana estaba nublada pero con una temperatura muy buena, así que os podeis imaginar cómo estaba aquello de gente.

Nada más llegar, comenzamos a caminar por los pequeños senderos, buscando zonas tranquilas en las que tendríamos más probabilidades de ver aves o animales. Pero en nuestro camino se cruzaron, primeramente, un grupo de boletos. No desaprovechamos la oportunidad.

Dejados atrás los boletos, seguimos adentrándonos en el bosque. Esmeralda, haciendo gala de una capacidad de observación impresionante, descubrió este chinche que se escondía en una hoja de un arbusto. Tampoco perdimos la oportunidad de practicar la fotografía macro. Después de un rato de espera (porque el chinche se empeñaba en esconderse en el envés de la hoja), conseguimos fotografiarlo sobre la hoja. Usé un objetivo 35-55mm y el flash de la cámara. Eso sí, con el pequeño truco de taparlo con un trozo de papel cebolla, para difuminar la luz y evitar que queme las zonas más brillantes.

Seguimos nuestro paseo, y como no se presentaba ocasión de fotografiar ningún ave ni ningún animal, pues seguimos centrándonos en las cosas pequeñitas del bosque. Así que tampoco perdimos la oportunidad de fotografiar estas flores de una ericácea. Además, el día era estupendo para este tipo de fotografía, ya que al estar nublado, no había grandes claros en los fondos que pudiesen estropear las tomas, y la luz difusa del día ayudaba a saturar los colores.

Continuamos, fijándonos bien en las plantas y en el suelo del bosque, en busca de nuevos motivos. No tuvimos que caminar mucho hasta toparnos con estas setas (desconozco la especie), que también sirvieron para realizar una típica toma otoñal del suelo del bosque. Para realizar esta toma situé la cámara a rás del suelo y usé el flash de la cámara como luz de relleno.

Ya de vuelta, en un claro del bosque nos encontramos con esta otra maravilla micológica. Tampoco recuerdo la especie, aunque me parece que podría ser una lactaria.

Ya saliendo del bosque, nos detuvimos un rato para fotografiar unas flores de romero, sobre las que incidían los rayos del sol directamente. Para mitigar un poco el efecto de la iluminación excesiva expuse para las luces y usé el flash como luz de relleno. El resultado podeis juzgarlo vosotros mismos. Ah! Decidí incluir en la composición esta hormiga tan maja! jeje.

Ya en el camino principal de vuelta al coche, descubrimos otro ser pequeñito del bosque. Esta vez se trataba de una pequeñísima oruga procesionaria que estaba sobre una valla. Tampoco desaprovechamos la oportunidad.

Esto es todo sobre una mañana bien aprovechada paseando por un pinar que está cerca de casa. Un pequeño bosque, como el que cualquiera se puede encontrar cerca de donde vive, y que está repleto de maravillas. Son esas pequeñas criaturitas que habitualmente pasan desapercibidas cuando nos cruzamos con ellas. Son las cosas pequeñitas del bosque en otoño!!

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